miércoles, 24 de julio de 2013

Vos en el año 98



Me gusta que siempre mirás con desconfianza, creo que lo hacés desde que Brasil perdió la final del mundial con Francia, yo estaba igual, comencé a ver todo distinto. También me gusta que solo cuando te reís es que dejás perdido en el aire ese miedo a todo lo que no salió del centro de tu familia.

Ese pelo tuyo de cuando eras pequeña está en el top 4 de mis cosas preferidas, junto con el fresco de cas, mi salveque de tercer grado que me compró un tío en Heredia y el movimiento que hacen los garrobos con la cabeza cuando se asolean.

Al igual que vos, hoy intenté comer solo frutas. Empecé bien, una manzana, el 75% de un banano (el último cuarto siempre me ha dado asco) y 5 fresas. No lo logré más allá del desayuno, que fue refrescante y novedoso para mí que casi nunca como nada antes de la 1 de la tarde.

Ahora es la 1 de la mañana y no pienso volver a comer frutas por el resto de mi vida o por lo menos por el resto de la semana, que es casi que lo mismo porque apenas es lunes.

Debería estar escribiendo el ensayo que tengo que entregar en cuatro horas, pero me dedico a pensar en el año 98: vos juzgando severamente a la niña del vestido verde que viene corriendo a tomar todos los confites de la piñata, tu hermana casi detrás de vos, usando un vestido parecidísimo al tuyo, lindísimo también (no sé si es una ilusión que la alta hora de la noche me produce pero creo ver también tus clavículas de 5 años). Lo otro que noto mientras pienso en vos en el año 98, es a un niño que podría ser tu primo o tu mejor amigo de la infancia, se sujeta los pantalones y espera a que sea el momento más ansiado de las fiestas de cumpleaños. Eso es todo lo que sé.


Es como si viera las fotos de tu infancia. Es como si solo pudiera verte en las fotos de tu infancia.

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