La noche empezó hace varias horas. Yo acabo de llegar a mi casa. No contaré cuantas cervezas me he tomado. Diré todo lo que pueda lo más rápido posible para que nada estalle la burbuja espléndida que a veces es el mundo, luego me iré a leer.
Sorpresa de medianoche el color casi claro de los semáforos. Este mundo en el que estoy, son 4 personas, una es Chaves, la otra es Fiamma. Los que no he mencionado nos vemos a los ojos, como si nos viéramos para dentro. Es un lugar reservado. Donde no se sabe mucho, pero se entienden algunas cosas: el color de la voz cuando vuelve, esta precipitación sobre tu dos mil once.
Ya empezamos setiembre y la patria poco importa.
Por ejemplo, mañana el día empezará suavizado por tu lengua dulce, probablemente estaré callado por algunas horas, pero eso estará bien. Viviré un rato en la muerte, escuchando el ir y venir de mi pecho, asustado como no lo estaba hace mucho. Recordaré algunos momentos claves, la lluvia en el parabrisas, la canción arriesgada/último recurso, el alcance de los pedazos de la franqueza.
Sea.
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