Yo cuando estaba bien te tejí un caballo,
porque creí que con eso iba a estar todo bien para siempre. Pero no y entonces
cambia todo, pasa el tiempo corriendo pero con una pata renca, como la del
caballo que tejí.
Cambian las cosas, Dios es negado a diario, vos
y yo ya no nos hablamos y yo estoy todo tatuado. Bueno, en realidad no tengo ningún
tatuaje, pero sí me gustaría hacerme uno, pero me da un toque de miedo. Mi
hermana tiene novio ahora, me costó un toque creerlo, seguro a vos también. ¿Qué
le dirías a ella? “Ojalá no salga como Juan”.
Es posible. Pero tranqui, no me molesta, yo no quiero a más gente como
yo. Yo no quiero a más gente.
Antes, yo no era así. Cuando yo estaba bien era
todo flaco y usaba tennis o camisetas. Ahora es diferente, aunque use tennis o
camisetas no es lo mismo, me veo diferente, como que no estoy, como si la
persona de atrás caminara lento. Se ve raro cuando uso ropa de cuando estaba
bien. No es lo mismo. A vos te conocí cuando estaba bien, creo. En esa época yo
apenas comenzaba mi relación con Piyi, mi amigo azul. Él nos llevó a todo lado,
a mí todavía me lleva a todo lado, pero ahora está como cansado, parece que se
agita cuando sube cuestas, él ya no está bien, pero está conmigo. Lo he chocado
dos veces a Piyi, una cuando vos todavía estabas cerca y fue mi culpa, otra
cuando ya no tenía a casi nadie y ya no estaba bien.
Yo ya ni sé. El camino es esta cosa que
empeora. Ya no hago tareas, ya no saludo
al perro de afuera (apenas si le hablo), como carne, como mucha carne ahora,
fumo más, tomo mal. Porque la vida es corta, pero se hace larga. Siento como
que alguien me dejó perdido, o como que me dejé perdido y ahora no sé si soy el
que se fue o soy el que quedó de camino. ¿Se entiende? No. No importa.
Si yo tuviera algún superpoder me gustaría que
fuera el de esconderme. Como Zelig. Tal vez así las cosas habrían salido mejor
y no estaría hablando hoy de otras épocas, de cuando no le dirigía la palabra a
carniceros, de cuando no tenía todo roto. Nos habríamos escondido en la panza
rellena de algodón del caballo, seríamos lo inverso del de troya, dos personas
que huyen de la emboscada del exterior. Con mi superpoder nos podríamos
esconder de las cosas feas, de lo que sigue, de dejar de estar bien. Me hubiera
gustado esconderme del haber dejado de estar bien.
Ahora no espero nada, la mierda es que eso
igual me ahueva, pero esa es la idea con esto de ya no estar bien, creo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario