I
Ahora ya me he levantado de la cama. Me jaló más tu cuerpo, de pie y desnudo en una esquina, que las ganas de vestirme.
Me visto porque así me dijiste que hiciera. Lo hago porque me lo ordenaste. Ahora me detendré un segundo para verte a la cara y sonreírnos. Te miro, con mis ojos de niño, pero vos ya no me ves. Siempre fuiste mi Adam Smith, mi pequeña neoliberal, como te llamaba cuando no estabas.
Ya continúo vistiéndome. Este cuarto está en sombras, pero eso es mejor a que toda luz estuviese apagada, así puedo volverme un momento y verte descalza por última vez. Ahora es sólo tu mitad la que está desnuda, pero es la que más importa. Tu cabello que cae, la espalda que no me verá más. Tus ojos ya sin pasos.
Siempre fuiste mi Adam Smith y yo era una fiebre pasajera.
Ahora me pides que me vaya y yo levanto mi cara con sus ojos de niño, con una sonrisa que se asoma, para que me digás que era mentira, que vos también bromeás.
Pero esto no será así.
Es que las cosas sí duran siempre un poco más de lo que deberían.
Se ha vuelto una tarea infinita amarrarse los zapatos. ¿Por qué nadie ha acabado con este despilfarro de tiempo? Salgo a una calle mojada y oigo cómo se me humedecen los cordones. Ya los pies estarán empapados.
En fin, entro a un bar como nadie ha entrado nunca. Explicarlo resulta difícil. Los bancos son altos y alguien ya se ha caído de ellos, no hoy, tal vez otro día.
Frente a mí esperan que ordene algo de tomar, que solicite a una de las mujeres del lugar o que simplemente me pegue un tiro en la barra. Es difícil durar cuando casi no quedan opciones.
Me levanto y salgo. No soy ninguno de los que ha entrado ahí. Me vierto de nuevo en esa calle ya bailada, tan húmeda que me mojará los cordones y me hará sentarme en su acera. Pifiaré. Estaré acostado en el caño.
Veré la luna.
1 comentario:
tenía demasiado de no leer nada suyo. Que lindo Juan =)
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